Nos enfadamos. Nos enfadamos todo el día, por muchos motivos: Nos enfadamos por el semáforo que se pone rojo cuando vamos a pasar, nos enfadamos con nuestro hijo cuando se pone insoportable, nos cabreamos con nuestro jefe porque nos carga de trabajo, nos enfadamos con nuestra pareja por… cualquier motivo aparente. (…) Nos enfadamos y sabemos lo que ocurre cuando lo hacemos: Levantamos la voz, nuestro pulso se acelera, nuestra mirada irradia odio, el cuerpo se tensa… Sabemos los detonantes y sabemos cómo, pero ¿Sabemos por qué nos enfadamos?…
ENFADARSE NO ES MALO
Enfadarse, como cualquier emoción que sentimos, no es malo por sí mismo. Lo que pasa es que si no entendemos por qué existe el enfado, difícilmente sabremos controlarlo y evitar esa molesta sensación. (…) Ahora mismo os voy a soltar una perla que, bien asimilada y puesta en práctica, debería cambiaros la vida:
«Los enfados simplemente se producen porque algo nos impide alcanzar nuestro objetivo.»
«Los enfados también se producen cuando nos tenemos que enfrentar a algo que no nos gusta.»
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ENTENDER NUESTROS OBJETIVOS PARA CONTROLAR EL ENFADO
Tan fácil y tan difícil a la vez. Cuando nos alteramos porque el enfado llega, lo complicado es mantener la perspectiva, la serenidad y detenernos en seco para tratar de visualizar el objetivo que estamos buscando en ese mismo momento. A esta virtud de contención y capacidad de análisis yo lo denominaría PACIENCIA. No todos la tenemos por igual.
Antes de ponernos en casos prácticos (los veremos en futuros artículos uno por uno) voy a poner el ejemplo y la utilidad del ENFADO, que nos pusieron en el curso de Inteligencia Emocional en el que estuve y que ilustra, perfectamente, el tema:
Vas andando por un camino y de repente, te encuentras con un muro que te corta el paso. Tu objetivo es seguir el camino, así que tratas de saltar el muro; pero es tan alto que no te deja pasar fácilmente. Lo vuelves a intentar y caes. (…) Al rato te enfadas, tu cuerpo recibe la inyección de adrenalina y de repente, realizas un nuevo intento y es entonces cuando consigues pasar… El enfado, gracias a cómo ha liberado tu energía, te ha ayudado a sortear ese obstáculo.
LA VIDA REAL NO ES TAN FÁCIL
El ejemplo que he puesto no nos vale para los trances de la vida diaria: No vale para nuestro jefe, nuestros hijos, el semáforo rojo… No se superan dando un simple salto: Pero la «pista« para mejorar nuestros sentimientos es; empezar a reconocer cuándo nos estamos enfadando y entender que si estamos entrando en ese estado, es porque aparecen OBSTACULOS ante un objetivo, que igual no tenemos muy presente cuando perdemos los papeles.
Hay que aprender a reconocer el enfado como una ALERTA que nos avisa de que eso que nos «irrita», simplemente es algo que dificulta nuestro objetivo.
EL ENFADO INTERIOR
Así pues, sabiendo eso. Creo que una manera de «controlar» nuestro enfado/irritabilidad, es mantener presente nuestro objetivo (algo interior) y la forma en que podemos conseguirlo (también interior), sin descargar nuestra furia sobre esos elementos externos con los que nos justificamos.
- Si nuestro objetivo es llegar a la hora, la culpa de llegar tarde no la tiene el semáforo. En nosotros está haber salido un poco antes en previsión de esos contratiempos y no estar «apurando» hasta el final.
- Si queremos que nuestro hijo coma, por ejemplo, enfadarnos y gritarle dudo mucho que sea la solución. Tendremos que idear otras técnicas para lograrlo y no mostrarle al niño «nuestro punto débil», porque se aprovechará de ello más adelante. (hablaremos de ellas en el Blog dedicado a «superpapás»)
- Si nuestro objetivo es realizar una tarea previamente asignada y tu jefe te añade otra. Coméntale qué es lo que quiere priorizar para que tú cambies tu objetivo y te enfoques en lo que se te está pidiendo y no acumules trabajo y enfado sin ton ni son.
«Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo.Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno. Con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.»
ARISTOTELES
Esta cita de Aristóteles resume perfectamente lo que es, para mí, un enfado correcto. Lo que hacemos habitualmente es fallar en alguno de los puntos:
- La persona. En la mayoría de los casos exteriorizamos la culpa en terceros cuando la respuesta está en uno mismo.
- El grado. Se nos va la olla en el grado de «enfado» y exteriorizamos el mismo con hostilidad/agresividad, con la falsa creencia que intimidando a la otra parte lograremos lo que queremos.
- El momento. Nos enfadamos antes (anticipando actos que aún no se han producido -sobre todo con los hijos-) o demasiado tarde, cuando ya se ha producido el acto que no deseábamos.
Profundizaremos más adelante en estas cuestiones… Pero conviene que os quedéis con la «copla», de que enfadarse es NATURAL, tiene su UTILIDAD y podemos usarla como PISTA para saber que estamos perdiendo un OBJETIVO que tendremos que VISUALIZAR para tratar de controlarnos y buscar la TECNICA/RESPUESTA que nos lleve a él sin PERDER LOS PAPELES.
ENLACES RELACIONADOS
Un saludo a tod@s
JFI