Si algo está caracterizando el inicio de este 2022, son todas las noticias relacionadas -otra vez-, con el Covid-19 y su variante OMICRON. Los contagios se están reproduciendo en otra nueva «ola» (llevamos 6) y vuelven las restricciones, las mascarillas y en general, la pesadumbre. Menos mal que gracias a las vacunas, yo apenas he tenido síntomas… Al menos físicos.
YO CONTRA OMICRON
Afortunadamente, como digo, apenas he tenido síntomas que indicaran que estaba contagiado de COVID. ¿Cómo ha sido entonces? Mi cuñada dio positivo después de Navidad y mi mujer, al de dos días, notó también los primeros síntomas: Dolor de cabeza y garganta, tos seca… Test de antígenos (a 8€) y POSITIVO: A «encapsularse» en la habitación justo los días antes de fin de año. 10 días de cuarentena por delante y perdernos la cena y campanadas de fin de año en familia.
En esos días yo seguía encontrándome perfecto y tenía que seguir con «mi vida». Es decir, trabajar y cerrar el año de la mejor manera posible (diciembre fue un buen mes, laboralmente hablando). Pero además de ello, al llega a casa me encontraba con el desastre que montaban mis hijos: Totalmente a su bola todo el día sin supervisión, claro.
La habitación sin hacer y todo revuelto. El salón con todas las mantas por ahí, cuando no me montaban una guarida con las sillas, legos, peluches… Lo que os podáis imaginar, se queda corto con la realidad que viví esos días.
Curiosamente (y contrariamente a lo que estarás pensando), esos días fueron los que mayor colaboración encontré por parte de mis hijos:
- Cuando llegaba a casa y les explicaba todo lo que veía que estaba «mal», enseguida se concienciaban y recogían el desaguisado que habían montado.
- Personalmente, me sentí muy satisfecho viendo cómo se apañaban los dos juntos mientras yo hacía la comida, por ejemplo, para poder ver la TV todos juntos a la mesa.
- O cómo empezaron a usar la ducha pequeña y compartir baño (ya que el otro se lo apropió su madre con OMICRON). Fueron días de mucho trabajo, tanto en el curro como en casa y poco a poco hizo mella en mi estado de salud.
Los primeros días de año (tras unas «uvas» descafeinadas en los que hice todo lo posible para que mis hijos disfrutaran de las tradicionales «campanadas» a pesar de tener a su madre aislada en la habitación) empezaron un poco flojos. Se notaba que por la calle no había tanta gente y en el trabajo se empezó a sentir el comienzo de la «cuesta de enero». El día 2 me hice un test de antígeno (a 7€) y dí negativo.
Esos días andaba como loco «escribiendo» la carta a los reyes magos a última hora y realizando recados para sus majestades (ya sabéis). Mas estrés aún, teniendo que «ocultar» mi carta a los reyes (en mi casa soy yo el único que escribe -como creo que ya he dicho en alguna ocasión-). Total, que el día 4 de enero transmití a mi jefe que el 5 cogía fiesta para terminar mis «asuntos» y poder disfrutar de la tarde de reyes con mis hijos. Estaba exhausto.
Vale que este año no había cabalgata y no reservamos «visita» a los Reyes de Galdakao… Pero pasar esa tarde con mis hijos me parece super-bonito y una tradición que no quiero perder, da igual los años que pasen.
A esas alturas, día 5 de enero, ya estaba AGOTADO: Física y mentalmente. Llevaba más de una semana durmiendo «malamente» en el sofá de casa y esa noche, además, me sobresalté y me dió un tirón de cuello: Mis hijos empezaron a «moverse» a las 6 de la madrugada y pretendían asaltar el salón para abrir los regalos tan TEMPRANO… (Los reyes debieron de llegar y terminar sus cosas a eso de las 5, calculo). Dormí FATAL y a pesar de todo, disfrutamos mucho de esa mañana abriendo los regalos…
Antes de ir a las demás casas de la familia para ver si había «caído» algo, nos hicimos test de antígenos. (otros a 7€) yo; caí. Mis hijos sin embargo se libraron y pudieron hacer la «colecta» de Reyes…
CONFINAMIENTO Y BAJA
Así las cosas, tuve que avisar al trabajo que iba a faltar unos días a partir del viernes 7 y me tocó confinarme en la habitación. Yo me encontraba estupendamente (quitando un dolor de espalda que atribuí más a haber dormido tantos días en el sofá que a «omicron»), pero por respeto a mis compañeros de trabajo y a mi familia, me quedé en casa de «Baja laboral».
Decir que los trámites desde la web de Osakidetza fueron más fáciles de lo que pensaba. El día que di positivo entré en la web a comunicarlo para que me dieran cita para la PCR de confirmación (me mandaron un SMS al de un par de días) y por otro lado, busqué el enlace para solicitar la baja y anotar qué día iba a faltar. Al de 6 días, recibí un mensaje comunicándome que me habían dado la baja el día 7 y que el día 13 ya podía incorporarme al trabajo. Miel sobre ojuelas.
Antes de ir al trabajo, me hice un «innecesario» test de antígenos (se supone que ya no tenía carga viral). Más que nada, para ver si daba negativo y todo mi entorno se quedaba más tranquilo sabiendo ese dato. (…) Así fue, y desde la semana pasada estoy a tope en el trabajo.
MI AISLAMIENTO PRODUCTIVO
De mi período de «aislamiento» tengo que destacar que me ha venido muy bien. Desconectar del trabajo unos días, tras un trimestre de fin de año frenético me ha sentado GENIAL. Más aún en unos días que tampoco ha habido mucho «meneo», según me han contado os compañeros. He podido ponerme al día con esta web y meter nuevas secciones (SER PADRE). he terminado libros pendientes (DUNE) y visto películas y series que de otra manera, me hubiera costado sacar tiempo para ellas…
También tengo que decir que me «escapé» de la habitación mucho más que mi mujer: Cuando ella no estaba salía para hacer las camas de mis hijos, calentar la comida y poner un poco de «orden en casa». Sabía lo que era estar a cargo de todo y no deseaba eso para mi mujer… Si podía ayudar en algo, lo hacía.
Doy gracias a las vacunas por haber pasado esta «omicron» de manera tan liviana y os recomiendo que, si no lo habéis hecho ya, cojáis cita para meteros un «chute» y que paséis por la pandemia de la mejor manera posible.
OS DESEO UN PRÓSPERO AÑO 2022 A TODOS Y RECORDAD, SED FELICES